miércoles, 17 de junio de 2009

Ya con esta me despido (de la iglesia)

El mes de septiembre del año 2000 marcó mi ruptura con la iglesia católica. Fue cuando llegué a la conclusión de volverme ateo y cuando renuncié a todo servicio eclesial/parroquial. Tras un previo y breve periodo (de un par de meses) de agnosticismo, me volví ateo de clóset (me caga el puto término y más me caga que embona a toda madre). Es decir, seguí yendo a misa y participando de las festividades eclesiales como un feligrés mas para que ni mi familia ni esta cabrona hicieran pedo, pero ya sin estar a gusto y con una frustración cada vez mayor que me llevó a un trance depresivo. Este trance fue el pretexto para que la cabrona antes mencionada me dejara y me hundiera en un hoyo del que me tardé casi 3 años en salir.

El caso es que, en pleno trance, uno de mis viejos compas me "invitó" a un retiro juvenil de un fin de semana. Y lo entrecomillo porque el hijo de su puta madre me dijo cuando ya estaba el boleto pagado y mi lugar seguro. De manera que no tuve escapatoria y me lancé pensando "¿Qué puedo perder?" Lo siguiente será la crónica de aquel paseíto, en la cual pondré a prueba tanto su imaginación como mi capacidad narrativa, pues esta vez no hay fotos, así como mi memoria, pues ya pasaron 8 años de aquello y sin el apoyo visual olvidaré muchos detalles, pero tengo la seguridad de conservar las cuestiones importantes. Una vez aclarado lo anterior voy sobres:

Quienes han ido a retiros juveniles conocen bien este desmadre: Un chingo de chamacos con mochila y de chamacas con una puta maletota en la que llevan hasta la plancha, llevan traje de baño y no sé cuantas pendejadas más como si aquello fuese una excursión. Todos ellos acompañados por una pinche mamá estúpida que los despide como si se fueran un año a Europa (y con la misma actitud conmiserada y lastimera con la que los llevan a la parada del pesero). En ese rato me encontré con otro viejo amigo que también iba a ir a ese retiro. A él no lo llevaba su mamá, sino su señora, enterándome de paso que el cabrón tenía una niña de brazos (que ni era suya).

Una vez montados los pinches mocosos en el camión, éste se pone en marcha dejando un rastro de papás y mamás aventándoles bendiciones y gritándoles como si fueran en un crucero. Los papás tienen unas muestras de estupidez que bien pueden coleccionarse. Mientras tanto y tras unos minutos de desmadre puberil entran en acción los soldados rasos del personal: aquellos chamacos que fueron a vivir el retiro anterior y ahora van como "auxiliares", es decir lacayos de los más viejos que aún están embelesados con las bondades del retiro. Estos pobres cabrones (y más adelante verán por qué los compadezco en vez de echarles mierda) tienen la dolorosa misión de "enseñarles cantos a los muchachos". Y ahí los tienen haciendo las coreografías de los grandes éxitos de hoy y siempre: Alabaré alabaré, El africanito, Yo soy un robot, el sapo que cantaba en el río... (lo peor es que me sé todos esos) con la obvia respuesta: pinches chamacos ni los pelaban.

Tras casi 2 horas de recorrido llegamos a nuestro destino: Un lugar especial para retiros aledaño a una escuela, todo siendo parte de las mismas instalaciones. Para ubicarlos: Para quienes conocen Tlalnepantla (Estado de México), es un lugar que está exactamente junto al panteón Jardines del Recuerdo. Nos bajaron justo frente al panteón y nos hicieron cargar nuestras maletas hasta el lugar en cuestión, siendo que dicho recorrido era cuesta arriba. Ya cansados, sudados, apestosos y aburridos nos juntaron y nos dijeron cómo iba a estar el pedo: Las mujeres en dormitorios de a 4 o 5 (no me acuerdo) y los hombres en un pinche cuarto con las camas en fila (como de Anita la Huerfanita).

Un paréntesis: El personal del retiro, aunque no tenía cargos oficiales, puede dividirse en 3 rangos plenamente identificables. Para efectos de equivalencias usaré la nomenclatura de los grupos de 4o. y 5o. paso de A.A. y los que usa el Autor en la Guía del Otaku:
  • Auxiliares 1: Los que habían ido al retiro anterior y ahora estaban apoyando. Es el equivalente al apoyo y al Tamagotchi. Cualquier pendejada que cometan no es su culpa, sino de sus jefes y no se les puede juzgar, nomás merecen la burla.
  • Auxiliares 2: Los que ya llevan 2 o 3 retiros y medio saben cómo está el pedo. Es el equivalente oyente y al TereVi Boy. Estos ya aguantan y merecen de menos un zape cuando salen con una pendejada, puesto que ya tienen conciencia y están aprendiendo las mañas de los jefes.
  • Jefes: Los miembros fundadores del grupo. Son los padrinos y los Papacha-sama. Unos hijos de puta que conocen y presionan los botones de los pendejos pubertos que llegan a caer en sus garras, creando y manipulando sentimientos de culpa. Ellos son los responsables de las pendejadas que llegan a cometer los más novatos.
Prosigo:

Después de un rato de descanso comienzan las maniobras turbias: Nos hacen presentarnos y ahí es donde veo que la gran mayoría son chavitos de entre 13 y 19 años. Habíamos uno que otro vetarro (yo tenía 23 y mi compa 27), pero casi todos eran chamacos. Otra maniobra: A muchos de ellos los llevó uno de los jefes que, siendo profesor de preparatoria, les condicionó la calificación a cambio de ir a ese retiro. Lástima que no recuerdo su nombre, eso podría volverse una denuncia en forma. Acabando la presentación nos ponen a jugar El Rey pide: uno de los jefes grita "El Rey pide... " y los chamacos, ya divididos en 2 bandos según su género, corrían a darle lo que quería. Yo ya conocía la maniobra, por lo que no me sorprendió que lo que pidieran fueran relojes, celulares y cualquier aparato de comunicación. Mi compa también sabía (nosotros mismos habíamos usado alguna vez ese truco), por lo que nosotros no participamos del juego. El final era obvio: los muchachos no debían tener noción del tiempo ni contacto con el exterior, por lo que los aparatos entregados eras decomisados hasta el final del retiro. Mi amigo conservó su reloj, pero yo me quedé sin teléfono al darme cuenta de que, mientras estábamos en el patio, nuestras mochilas eran revisadas y "filtradas".

Esa fue sólo la primer maniobra. Para no hacer el cuento tan largo ni la entrada tan extensa mostraré a ustedes los trucos con los que doblegaron a estos chamacos haciéndoles un verdadero lavado de cerebro... que los chicos acabaron agradeciendo:

Durante una de las pláticas se mostraron imágenes de todo tipo: naturaleza, ciudad, niños, peleas, fetos en gestación, abortos, familias... creo que ya entendieron. Luego se les preguntó si alguna de esas imágenes les había impactado de alguna forma, con la respuesta general de que ninguna (apenas era el primer día). Esa noche se les presentó una dinámica: Unos 10 auxiliares salieron al patio vestidos de payasos soltando risotadas para con los demás. Poco a poco iban despojándose de algunas prendas, que se las daban (las prendas) a alguno de los muchachos, para cuando me dí cuenta, los payasos estaban llorando y semiencuerados y sus lagrimones iban acompañados por los de los chamacos asistentes. En ese momento el que llevaba la voz cantante les gritó: "¿Ya ven? Esto es parte de la realidad de la calle. Ustedes ven a estos payasos en la calle y los patean (y dicho esto le soltó un patadón a uno de los payasos), los ofenden, los ignoran. ¡Qué poca madre (sic.) que ninguna de las imágenes de la tarde los impactara! ¡Qué poca madre que seas tan valemadrista de tu realidad! ¡Dios te llama y tú te haces pendejo con tu valemadrismo, tu pecado, tu masturbación (en serio)!... " Y toda una puta serie de cosas que tenían a los chamacos tumbados en el suelo llorando a moco tendido. Ya una vez calmados los llevaron a un salón (he de decir que casi no se nos dejó dormir, y gracias a Malcom el de enmedio sabemos lo fácil que es manipular a alguien que no duerme) y nos hicieron acostarnos en posición fetal y con los ojos cerrados, mientras oíamos una especie de obra teatral con gritos que simulaban una riña marital. ¡Imagínense! Otra vez los chamacos gritando y llorando. Para cuando se terminó tuve que ponerme a consolar a un niño y a una niña que eran ¡De los auxiliares! Eso era terror psicológico... y eso sólo el primer día.

A la mañana siguiente nos levantaron a bañar a las 6:00 am con agua helada y a hacer los clásicos juegos de retiro: Conejos y conejeras, el telegrama, etc. Aquí tuve un pequeño altercado con uno de los auxiliares ya amañado, que se quejaba de no haber tenido tiempo de bañarse, a lo que yo respondí: "pinche mugroso". Su respuesta airada fue "Pues si no me he bañado es debido a las cosas que estoy haciendo por tí". Me reí en su cara y solté un "Ay no mames. Por mí no estás haciendo nada. Lo haces para dar gloria a tu dios y para ayudarte tú. Y si de veras es por mí te has equivocado".Por la tarde hicieron una representación del famoso viacrucis con túnicas, putazos y cruz incluídas. Empezaron desfilando al frente de nosotros y después se las arreglaron para hacer que nos mezcláramos de manera que al final íbamos todos revueltos. Al momento de la cruci-ficción empezó otra lavada de cráneo: "Mira a Jesús que por tí padece, sufre y se inmola". Y el otro pobre puteado amachinado de la cruz, que en una de esas se resbaló y se ha puesto tal putazo del que tardó en levantarse. El grado de sugestión en los muchachos era tal que, en vez de reírse (respuesta sana) empezaron a llorar y gritar para ayudarlo. Nuevamente al final la tuve que hacer de consuelo para los auxiliares, a los cuales los putazos les pegaban tan duro como a los que iban por primera vez.

Esa noche tuvo lugar el acto supremo: En una capilla nos hicieron escribir nuestro mayor pecado y depositarlo en una olla de barro. Después hicieron una representación tipo misa, donde leyeron todos los papeles en voz alta y los quemaron "brindándonos el perdón". Obviamente con su dosis de llanto y gritos (pobres morros se la pasaron llorando todo el retiro)

Ya en el últmo día la cosa fue más calmada, pero no exenta de pendejadas, como la de que nos pasaron de uno en uno con alguno de los jefes para "confesarnos" y expresar nuestras impresiones del retiro. A mí me tocó con el Jebús venido a menos y le dije la neta, que no me impresionaban y que eso era no tener madre. Al final nos treparon al camión, cuyo chofer resultó ser un viejo compañero mío de la primaria y con el que me fui echando desmadre.

Al llegar a la parroquia se veía que nos tenían otra sorpresa, pues los papás ya nos esperaban. Pero a eso ya no me quedé, en cuanto llegamos avisé que me iba... y me fui.

Dejo muchas maniobras sin mencionar por cuestión de espacio. Y dejo estas plasmadas a manera de anecdotario-denuncia de aquellas prácticas de las cuales se valen mucho grupos para cooptar y engañar a los pobres pendejos que se dejan.

Queda de ustedes:

TORK: Bizcocho de Montecristo. Año 2009 E.C. - 10 E.E.

Actualización: Mientras escribía esta entrada me llegó mi visita único número 10,000:
Muchas gracias a todos

Tarde

Siempre llego tarde. Y no me refiero a cuestiones de puntualidad ─que eso da para su propia entrada─, sino a que siempre empiezo las cosas ...