Conocer a alguien a quien admiramos siempre es benéfico, así sea para admirarlo aún más o desengañarnos. En mi caso recuerdo cuando conocí a uno de mis "maestros" y a quien le debo mi acercamiento al ateismo: El maese Rius.
Foto tomada en noviembre de 1998. Arreglos en Photo Paint Pro 7 cortesía del santoniño.
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TORK. Bizcocho de Montecristo. Año 2007 E.C. - 8 E.E.