martes, 16 de junio de 2009

¿Me das pa' una ficha?



Antes de comenzar a leer vayan a chutarse la primera y la segunda entradas de Luis ExMachina y la entrada de Kyuuketsuki. Y no se me regresan hasta que las hayan leído todas.

No pretendo igualar y menos superar lo que ellos ya platicaron, nomás les platico mi versión del tema:

Hecho innegable: dada mi edad e historia personal fui uno de tantos chamacos que «perdieron»" (ustedes y yo sabemos que no es pérdida) horas y días enteros jugando máquinas (ya sabemos que se llaman arcades y que nuestros papás, tíos y todo aquel pobre idiota que se opusiera a tan sana costumbre llamaba maquinitas). Proverbiales son aquellas escapadas de casa o escuela para ir al centro lúdico y recreativo de nuestra preferencia, conocido como farmacia, tienda o simplemente las máquinas. Ya si teníamos algo de lana o teníamos ganas de ir nomás a ver, la parada obligada era algún centro comercial donde hubiese una sucursal de las famosísimas Chispas, donde además de poder jugar las máquinas de siempre (más caras que en los locales callejeros), podía uno ver simuladores de naves espaciales o de coches que casi nunca estaban ocupados y que servían perfectamente para dejar la mochila en lo que jugábamos la máquina de a lado o para arranarnos mientras esperábamos a que nuestro valedores o algún otro pendejo (sí, aunque sean nuestros amigos también eran pendejos) desocuparan la máquina que queríamos jugar.

Pues bien, de unos años para acá hemos sido testigos de un fenómeno que, mientras por una parte es una muestra inequívoca del cambio de los tiempos (no del progreso, no mamemos por favor), por otra es una señal aterrorizante de que nos estamos haciendo viejos:

Los locales de máquinas están desapareciendo

Tal es la abrumadora verdad que estamos presenciando. Así como en su momento podíamos ver, a la par de Cinemex y Cinépolis una gran cantidad de cines independientes (y el Cine Teresa no cuenta) y que ahora ya no queda ninguno, los locales de arcades poco a poco van sucumbiendo a 2 poderosos enemigos:

Por cuanto a lo primero, aunque desde hace más de 25 años teníamos consolas en casa (y yo aún tengo en perfectas condiciones mi Atari 2600), los locales siempre fueron la opción para escapar de nuestras miserables vidas. Ahora con la aparición del Xbox, e PlayStation, el Wii y otros, con la opción de jugar en línea con aquel cabrón de Timbuctú, ya no te tienes que mover del sillón o de la cama y, por ende, ya no sales.

Referente a lo segundo: estos ojetes se van apropiando al estilo Wallmart (cooptando y tronando) todo lo concerniente a ese entretenimiento sano que a muchos nos jodió la cartera, la vista y las relaciones interpersonales (aunque en eso último no necesitamos mucha ayuda), con la consecuencia de ver lugares que, después de haber albergado videojuegos a veces por más de 20 años, actualmente se hallan con otros giros o de plano en el abandono.

En fin, el caso es que, estado yo ayer en la glorieta de Insurgentes, me encontré con la grata sorpresa de encontrar vivo uno de estos lugares (después de que, tan solo en la zona de la glorieta hubo hasta 6 y que deberían ser declarados patrimonio de la humanidad), llenándome de alegría y de nostalgia a la vez.

Eran como las 9:00 am y acababan de abrir

Al fondo podrán apreciar los simuladores desocupados que les mencionaba y hasta el frente el famosísimo futbolito

Obviamente me alegré a lo cabrón y de repente regresaron a mí esas imágenes y recuerdos que mencioné al principio de la entrada, con el añadido de que no soy el único que aún concurre gustoso en esos sitios:


Sintiéndome afortunado porque muchos pubertos de secundaria y prepa aún disfrutan esos placeres me dispuse a revivir aquellos momentos de gloria.


¿Fotos de Sunset Riders bajadas de internet? Pfffff. Se verán muy chingonas, pero nada como la emoción de tomar las fotos uno mismo, aunque estén feas como pegarle a un cachorrito:


Yo siempre jugué con Cormano

Y algo mejor: ya hay más mujeres maquineras que en mis tiempos y un montón de treintones aferrados (¡epa!) que aún la mueven en los juegos clásicos. Recordaré durante mucho tiempo el duelo épico que sostuve con un wey en Street Fighter 2 Champion Edition (nunca vi a alguien que jugara tan bien con E. Honda)

Como dije antes: aquellos blogueros ya explicaron muy bien la emoción y la nostalgia del videojugador que no tienen los que actualmente juegan con consolas y no me voy a poner a repetir lo mismo. Tampoco me voy a poner en el plan de viejo aferrado de que, como dijera Abraham Simpson: «Todas las generaciones están mal menos la mía» y ponerme contra algo que de todas formas iba a suceder. Nomás era platicarles lo bien que me sentí de encontrar un local de esos de nuevo sabiendo que entienden de lo que hablo.

Queda de ustedes:

TORK: Bizcocho de Montecristo. Año 2009 E.C. - 10 E.E.

Tarde

Siempre llego tarde. Y no me refiero a cuestiones de puntualidad ─que eso da para su propia entrada─, sino a que siempre empiezo las cosas ...