domingo, 23 de diciembre de 2007

La iglesia: fábrica de ateos (IV y última)

Primera parte

Segunda parte

Tercera parte

El Bizcocho de Montecristo (ahora sí) se empieza a pelear con sus propios compañeros del arma.


Como en su momento vieron, la mayoría de mis actividades se enfocaban en la enseñanza, razón por la cual estaba obligado a leer mucho (y mi redacción sigue siendo un asco): Libros de apologética, de teología dogmática, manuales de liturgia, los chingados folletos EVC y cualquier pendejada que defendiera la doctrina católica. En esas andaba cuando en la biblioteca del CCH me topé con ¿De dónde vienen los niños? de Rius, que representó el primer ataque directo a la institución y a las doctrinas que yo tanto defendía; y para mí significó un coraje entripado, varias mentadas a su autor... y la curiosidad de seguir leyendo. Busqué en los ficheros de la biblioteca (aún no se inventaban los catálogos en línea) todo lo relacionado con Rius que estuviera en existencia, encontrándome con 46 libros y, al paso del tiempo, los leí todos.

En un principio consulté con mi mentor y amigo algunos de los libros y mis dudas acerca de los fundamentos históricos y teológicos de cuestiones como el mito guadalupano, los sacramentos, la familia de Xto., etc. Este individuo, en quien pesaba más su apego a la Iglesia que su espíritu crítico, me instó a no dejarme convencer por lo que leyera y a dejar de lado esos libros... pero no le hice caso.

Rius fue mi primer acercamiento a realidades diferentes a las que la iglesia me había enseñado. Habiendo superado su bibliografía, y coincidente con mi descubrimiento de internet, empecé a leer todo cuanto pude sobre diversos temas: Satanismo, ateismo, clero político, otros credos, etc., volviéndome un duro crítico de las conductas y manipulaciones de quienes, se supone, están a las órdenes de un dios amoroso. Fue la época en que le agarré odio jarocho a Norbruto Reburro y a Onésimo Cepeda (hijo de su puta madre). Mis opiniones transformadas, unidas al hecho de que cada vez era más arrogante y altanero, me llevaron a distanciarme de mis amigos, al verme estos como un mamón y pretencioso que los veía como inferiores y pendejos (y algo había de eso). Tenía a mis amigos en una muy alta estima, pero me desesperaba que no fueran capaces de ver lo que yo trataba de mostrar. Ellos por su parte se desesperaban conmigo al verme tan "equivocado" y "en franco camino a la herejía", sin mencionar que en nuestras reuniones siempre hice lo que me dio la gana (actividad a la que, una vez que se le agarra el gusto, no se le puede dejar), pasando por encima de todos, incluso de ellos.

El mayor de nosotros, que al principio se mostró condescendiente conmigo, empezó a tildarme de pendejo por "dejarme engañar tan fácilmente" y, aunque seguíamos siendo amigos, obviamente el trato ya no era el mismo. Todo ello culminó con mi renuncia a todo tipo de servicio eclesiástico en septiembre del año 2000 ante el asombro de muchos de ellos, aunque otros lo veían como consecuencia ineludible de mi "viraje".

Para entonces era yo todo un cúmulo de dudas, aunque aún no me convertía en ateo. Seguí yendo a misa, aunque cada vez menos frecuentemente y dejé de participar en fiestas que anteriormente no me perdía. Obviamente mi contacto con la gente del entorno fue disminuyendo. A principios de 2001 fui invitado a asistir a un retiro juvenil. Reticente acepté, creí que sería la oportunidad de aclarar algunas ideas y definirme... y así fue. El retiro en cuestión resultó ser una serie consecutiva de manipulaciones y chantajes, sin mencionar que había chavitos de 14 o 15 años a los que se les obligó a ir a cambio de una calificación escolar. Todo lo que ahí ví, mas la reflexión a la que yo mismo me sometí me hicieron decir ahí a la mierda: No puedo creer en un dios que es tan ojete con sus criaturas y tan incongruente. Lo que siguió de ahí fue simplemente reafirmar mi postura, leer mucho y, a últimas fechas, ponerme en contacto con gente que comprendiera a lo que me refiero. Para eso la blogósfera ha sido de mucha ayuda.

Queda de ustedes:

TORK. Bizcocho de Montecrito. Año 2007 E.C. - 8 E.E.

Tarde

Siempre llego tarde. Y no me refiero a cuestiones de puntualidad ─que eso da para su propia entrada─, sino a que siempre empiezo las cosas ...