miércoles, 6 de febrero de 2008

Polvo eres... y eres ojeis

Ah no, era «polvo eres y polvo serás» y «arrepiéntete y cree en el Evangelio». Frases utilizadas para ese ritual mágico llamado Miércoles de Ceniza, con el que se inicia oficialmente en tiempo de la Cuaresma en el catolicinismo.

El origen de esta práctica es medio incierto. Los católicos lo sitúan en penitencias de reyes antiguos de Antiguo Testamento, los cuales se recubrían con ceniza y hacían mil maromas más en aras de reconocerse pecadores y basura... o por lo menos eso era lo que yo enseñaba en las pláticas respectivas. Honestamente desconozco si la práctica tiene orígenes más antiguos dada la fama de los judíos y los cristianos de piratearse prácticas, ritos y creencias de pueblos más antiguos a los que van chingándose, pero no me sorprendería en lo más mínimo si fuera así.

Este acontecimiento muestra una colección de detalles simpatiquísimos dignos de cotorreo al evidenciar la ignorancia y la estupidez del católico medio (o medio católico): por las mañanas los templos yacen vacíos esperando a algún pobre pendejo que vaya a embarrarse la frente de tizne; se juntan unos más y, tras breve plática, o larga según a quien le toque (yo me aventaba como 10 min.) los forman y les hacen un remedo de cruz en la frente, aunque algunos lugares son más finos y les ponen un sellito. Ya en las noches el templo en cuestión se pone hasta la madre, al grado de que hay que cerrarlo a ratos y dejar entrar a la gente en tandas. Nuevamente la plática. y nuevamente el embarrón.

En la plática se les dice (y yo SÍ lo remarcaba), entre otras cosas, que no era necesario que el sacerdote los embarrara, que puede ser cualquiera, incluso uno mismo, quien puede aplicársela (la ceniza); se les decía que sólo las personas mayores de 8 o de 10 años podían hacerlo, ya que en niños más pequeños no era necesario (para esos estará el catecismo después); que era un acto voluntario y sin pena del infierno. Pues acabándoles de decir y al formarse todos salían con que "quiero que me ponga el padre", "póngale también a mi niño" y me ponían, o un bebé recién nacido o un niño dios de yeso (en serio) para que les pusiera la ceniza, obviamente yo me negaba a hacerlo y se encabronaban conmigo; y los casos de niños o pubertos a los que aventaba la mamá y/o la agüela o "los va a castigar diosito". Y después de esto todos felices con su mancha de tizne en la frente, sólo para llegar a bañarse o para presumirla al otro día. Y si no me creen les aseguro que mañana verán a más de uno que no se baño con tal que lo vean con su cruz negra.

Parece mentira pero la tentación de poder es grande aún en un acto tan mamón como manchar de ceniza a alguien. La gente lo ve a uno como una especie de enviado de dios para limpiar al pobre pendejo de sus culpas... y lo pior (se dice peor pero yo lo quiero hacer más cabrón) es que uno se lo cree. También había otras anécdotas, como que yo me acomodaba en filas donde había chavas buenonas o cuando un escuincle se chingó una de las bandejitas de ceniza para rayonearse la cara tipo siux o apache, pero eso ya será material para otra entrada, dedicada a la cuaresma y demás.

Queda de ustedes:

TORK: Bizcocho de Montecristo. Año 2008 E.C. - 9 E.E.

Tarde

Siempre llego tarde. Y no me refiero a cuestiones de puntualidad ─que eso da para su propia entrada─, sino a que siempre empiezo las cosas ...