viernes, 2 de julio de 2010

"Te vas porque quieres... "

Desde hace una semana en que por culpa del Feisbuc hice un pinche corajote he traído una serie de recuerdos en la cabeza que, si no se los platico, no me van a dejar en paz.

Ya he enlazado un chingo de veces y en un chingo de lados mi historia tormentosa de amor. Pues bien, un pequeño vistazo a esa historia me hizo recordar a una persona que resultó ser alguien muy especial para mí: La mamá de mi ex, quien fuera un factor gracias al cual no me hundí tanto como pude haberlo hecho en el gacho trance ya platicado en la entrada previa.

Para empezar es poco lo que sé de su vida: Mujer de la (mal llamada) provincia, con una vida muy tormentosa en la cual cargó con buena parte de su familia, incluída su mamá. Habiendo estado enamorada de otro hombre, y por alguna razón que desconozco, se casó con un viudo 25 años mayor que ella y procrearon una hija orate que me hizo la vida miserable. El marido se le murió hace unos 20 años y desde entonces dedicó su vida a lamentarse, quejarse y destilar veneno... excepto conmigo.

La historia comienza en 1995, cuando yo era recién llegado al ambiente eclesial y a las pequeñas comunidades de las que ya les he platicado. En ese año mi futura ex (en adelante MC) y yo nos hicimos amigos después de algunos meses de conocernos de vista. Como el grupito con el que me juntaba era bastante gregario y teníamos la costumbre de andar visitando a los integrantes a domicilio, en algún momento nos tocó visitar la casa de MC, que nos recibió muy afectuosa. Ahí conocí a su mamá quien, para que se den una idea y nomás porque no tengo una foto, era igualita a Hogatha:

La única diferencia es que ésta trae gorro


He de decir que esa primera visita fue bastante desconcertante. Por una parte la señora tenía una expresión de eterno hastío y sólo hablaba para quejarse; por otra en todo momento se portó de forma amable con nosotros, lo cual era explicable en algunos de mis amigos a los que ya conocía, pero no conmigo, puesto que nunca nos habíamos visto.

En el lapso de un año esas visitas eran periódicas, a veces hasta de a 2 o 3 por semana. Durante ese tiempo siempre fuimos recibidos con cortesía y aprecio y sucedieron algunas cosas chuscas, como la vez en la que un amigo estaba enfermo de catarro y la doña lo inyectó a güevo; otras visitas fueron un tanto desagradables, como cuando nos tocó ver en un par de ocasiones los pleitos entre madre e hija; y otras donde coincidíamos con el entonces novio de MC, que se hizo cuate nuestro. Yo siempre me sentía extraño, puesto que no estaba acostumbrado a que me trataran bien y eso me ponía en jaque.

Lo más extraño sucedió una vez en que, no recuerdo por qué, fui a su casa yo sólo. Madre e hija estaban ahí y, tras un rato de plática y a la hora de despedirme, la señora toma el teléfono, me lo da y dice: "Habla a tu casa y avisa que te vas a quedar otro rato". Parafraseando al hombre de las historietas: No hubo emoticón para describir lo que pensé, que era una mezcla entre "va, está bueno el chisme" y "no mame señora ¿cómo cree?" Total que no recuerdo si me quedé o no, lo que sí recuerdo fue que al despedirme me dijo la frase que da título a la entrada: "Te vas porque quieres... " Esa frase me la repetia cada vez que me despedía de ella, hasta que una vez me la soltó completa: " ... nadie te corre." Entonces entendí que, dentro de toda su amargura y enfermedad emocional, era su manera de decirme: "Espérate. Quédate otro rato."

Total que las atenciones conmigo fueron aumentando sin que hasta la fecha logre yo entender el por qué. Mi amistad con MC se iba haciendo más cercana (y yo ya andaba bien enculado), al grado de que, sin agua va y del forro del elástico de sus calzones me dice: "te voy a adoptar como mi hijo". Obviamente yo me lo tomé a broma, me reí y no le dí ninguna importancia. La sonrisa se me borró cuando, en una visita posterior, la mamá me dijo bien sonriente y apapachadora: "Hola nieto mío". Obviamente MC le dijo lo de adoptarme y a la doña le pareció gracioso, de manera que de golpe y putazo ya tenía yo agüelita, y así me referiré a ella el resto de la entrada.

Mis visitas a casa de las dichosas damas fueron cada vez más frecuentes. A veces estaban las 2, otras nomás MC y otras nomás la agüela. En cualquier casi siempre era bienvenido. Lo que ambas tenían en común (y seguro aún lo comparten) es que nomás abrían la boca para quejarse: que si la chamba, que si la casa, que si ya no aguanto a mi mamá/hija, que si su puta madre envuelta en pasta hojaldre... y a mí me tocaba hacerla de fiel escucha.

Cuando MC tronó con el novio, ambas me contaron su versión de lo sucedido. Lo curioso es que la agüelita me dijo que más de una vez le aconsejó a él que ya mejor dejara a MC porque nomás lo iba a hacer sufrir. Años después lo mismo me dijo a mí. En aquella época MC y yo empezamos nuestra relación de amiguitos a espaldas de la agüela, que si bien sin ser de goma se las olía, jamás nos preguntó ni nos dijo nada (al menos no a mí) y siempre sacó la cara para defenderme aún contra su propia familia, incluso en una ocasión en la que, dando ella una fiesta en su casa y estando yo pedisisísimo, me cuidó y atendió de una forma que no olvidaré. Y siempre refiriéndose a mí como su amigo (ay wey, de acordarme se me revolvió la tripa), actitud que siempre le agradeceré.

Cuando MC hizo su berrinche con las pastillas, la agüela me llamó para avisarme y salí hecho la madre para su casa. Fue ella quien me contó el asunto desde el principio y se encargó de mantenerme al tanto de los pormenores (en ocasiones exagerados) de lo que MC me ocultaba.

Durante los años que siguieron la agüelita se encargaba de echar mierda contra cuanto novio le conoció a MC, que no fueron pocos, aunque siempre los trató bien (esa es una relación de amor-odio y no mamadas). Siempre se quejaba conmigo de cada novio, sin saber que yo andaba de nalgas por su hija y me partía escuchar esas historias y ver desfilar a cada uno.

Cuando por fin MC y yo nos hicimos novios, la agüela no lo tomó muy bien, pues me quería y sabía que con su retoño sólo la iba a pasar mal... y no se equivocó. Para entonces yo tenía en esa casa libertad absoluta: podía quedarme a dormir, podía bañarme, podía tomar comida... lo que fuera. Incluso una vez le llevé a una madrina de Neuróticos Anónimos a pasarle el mensaje, pero no quiso. Total que cuando terminamos mi ahora exsuegra estaba emputadísima con su hija por haberme tratado como me trató y siempre se mostró avergonzada por cómo habían terminado las cosas.

Un año después de la ruptura y en cuanto ya no aguanté, preparé un par de regalos para rogarle a MC que volviera conmigo. Para tal efecto fui a ver a la agüelita con el fin de agarrarla de alcahueta y que le diera los regalos por mí. La viejita me contó que, a los pocos días de botarme (y yo insisto: seguramente ya me ponía el cuerno desde endenantes) se había conseguido otro novio y en muy poco tiempo ya estaban comprometidos, pero no funcionó y no se casaron. Me dijo: "Creeme, lo que te hizo lo pagó cruelmente". Cuando le conté lo que pensaba hacer intentó disuadirme: "Ya olvídala hijo, nomás estás sufriendo y ella no vale la pena". Pero yo no escuché razónes por la sencilla razón de que nunca lo hago y me aferré al plan. La agüela no hizo más que acceder a ayudarme.

Como uds. ya saben el plan fue un fiasco. Un par de los clásicos lugares comunes ("no quiero salir con nadie", "necesito tiempo", etc.) y había yo chingado a mi madre una vez más. Aún así salimos un par de veces y volví a desaparecer del radar de MC, pero del de la agüela, a quien seguí visitando unas veces más, desapareciendo por aproximadamente un año.

Por último, cuando empecé a estudiar historia, nos volvimos a ver un par de veces casi de pasada. Mi relación con MC se había extinguido por completo y ya no era buena idea que siguiera yo frecuentando esos rumbos, dada mi inexistente salud mental.

Hace ya algunos años que no sé de ella. Hasta donde sé aún vive. Y quiero hacer esta entrada en la de mientras porque, si me entero de que ya se murió, me cae que me bloqueo. A veces me dan ganas de visitarla y de saber cómo está, pero ese capítulo de mi vida ya está cerrado.

Va dedicada a ella con todo mi cariño y mi agradecimiento porque, dentro de toda su locura y su dolor, siempre tuvo algo de nobleza para conmigo.

Queda de ustedes:

TORK. Bizcocho de Montecristo. Año 2010 E.C. - 10 E.E.

Tarde

Siempre llego tarde. Y no me refiero a cuestiones de puntualidad ─que eso da para su propia entrada─, sino a que siempre empiezo las cosas ...