domingo, 28 de octubre de 2007

Recordando al obispo rojo


Me hace hervir la sangre la mentira, la deformación de la verdad, la ocultación de los hechos, la autocensura cobarde, la venalidad, la miopía de casi todos los medios de comunicación. Me indigna el aferramiento a sus riquezas, el ansia de poder, la ceguera afectada, el olvido de la historia, los pretextos de la salvaguardia del orden, la pantalla del progreso y del auge económico, la ostentación de sus fiestas religiosas y profanas, el abuso de la religión que hacen los privilegiados


Sergio Mendez Arceo (1907-1992)

Hoy se celebran dos acontecimientos: un cumpleaños familiar y el cumpleaños 100 que celebraría el obispo de Cuernavaca don Sergio Mendez Arceo (me quito el sombrero). Sobre el primero no hay mucho que decir: pastel, comida en casa y ya. Es sobre el segundo que quiero abundar.

Sergio Mendez Arceo (me quito el sombrero), conocido con el mote de El obispo rojo nació en el D.F el 28 de octubre de 1907.

Como nadie es perfecto, Don Sergio (me quito el sombrero) tenía tres defectos:
  1. Ser defeño (de mero Tlalpan).
  2. Ser sacerdote católico.
  3. Ser historiador y haber ocupado un asiento en la Academia Mexicana de la Historia.
Eso no le impidió tener coherencia entre su discurso y su obra, siendo uno de los ideólogos mexicanos de la Teología de la Liberación, innovador y transformador de la liturgia, siendo el primero en meter mariachis; anduvo de metiche en la primera reunión de la Celam (Conferencia Episcopal Latinoamericana) en Río de Janeiro en 1955; duro participante en la segunda Conferencia de Medellín en 1968 y asistente al primer encuentro de Cristianos por el Socialismo en Chile en 1972. A diferencia de la gran mayoría de los miembros del clero católico, don Sergio (me quito el sombrero) decía la verdad al manifestar su preferencia para con los jodidos protestando en la masacre de Tlatelolco en el 68 o actuando a favor de las víctimas de las gorilocracias sudamericanas, actitud que le granjearía simpatías de los miembros de avanzada católica, como Hans Küng, Leonardo Boff, etc. Pero también le trajo la hostilidad de muchos personajes representantes del pensamiento retrógrada, como el difunto cardenal Posadas y su exalumno y posterior enemigo, Onésimo Cepeda (hijo de su puta madre).

Pero no paró ahí: experimentó con el psicoanálisis (eran los años sesenta, agarren la onda) en el mundo religioso, se metió en las investigaciones sistemáticas, las reflexiones de punta de intelectuales latinoamericanos y la circulación de ideas mediante publicaciones a través del Centro de Información y Documentación Católica (Cidoc), encabezado por el legendario Ivan Ilich. Obviamente tuvo que lidiar con las impugnaciones de Roma, que sintió calambres en las patas porque le movían el tapete. Amigo personal de Rius, quien cuenta que al momento de la muerte de don Sergio (me quito el sombrero) andaba leyendo el libro La Perestroika según Rius, murió a los 84 años, el 6 de febrero de 1992.

Alguna vez leí, no recuerdo dónde, que uno de los mayores insultos a la memoria de una persona es recibir honores de parte de un enemigo. Pues bien, afecto como soy a buscar dislates en diversas publicaciones religiosas con el fin de burlarme un poco, encontré un artículo que, en vez de hacerme reir, me causó una emputada como pocas. No voy a rebajarme a reproducirlo, sólo colocaré el enlace y a citar un par de cositas. Los énfasis son míos:

Finalmente, llegó a cierto radicalismo con sus postulados ideológicos que lo llevaron a encabezar movimientos internacionales como “cristianos por el socialismo”, organizaciones solidarias como “Va por Cuba” y apoyos explícitos a los movimientos revolucionarios de Centroamérica. Figura llena de controversias al interior de la Iglesia y en otros ambientes que le ganaron el título de “obispo rojo” en relación a su orientación marcadamente socialista. Tuvo la virtud de saber acercarse sin temores a la intelectualidad de su tiempo y de dialogar aún con quienes parecían caminar lejos del lenguaje de la fe.

¿Ciertos radicalismos?
Tuvo la coherencia y los güevos de tomar partido a favor de quienes han sido ninguneados por los poderosos (ni modo, me está aflorando mi lado marxista).

" ...dialogar aún con quienes parecían caminar lejos del lenguaje de la fe."
Alusión a gente como Rius, que trabajaban con él y que no «parecían» caminar lejos, sino que actuaban en franca contradicción con el magisterio.
Fue un hombre que valoraba la amistad por encima de las ideas, que hacía de las ideas el motor de la coherencia para el compromiso y del compromiso la definición de su vida. Por ello tuvo amigos por todas partes (y por supuesto también enemigos que nunca faltan)...

Enemigos dentro del mismo seno de la Iglesia, como los hijos de puta antes mencionados.

Su amor a la Iglesia y su amor a los pobres desde su radical seguimiento de Cristo impulsó su vida y generó muchos otros impulsos a su alrededor. Vale la pena recordar por encima de polémicas coyunturales la altura de visión y compromiso de hombres como Don Sergio. Tal vez equivocado en algunos aspectos, pero indudablemente sincero y auténtico en todo lo que emprendió.

Típica actitud hipócrita del clero: en su tiempo fue vilipendiado y confrontado por toda el ala conservadora, pero como ya se murió, ahora se lo agarran de bandera y lo usan con fines ideológicos.

Como quiera que sea, don Sergio (me quito el sombrero) es de los pocos miembros de ese monstruo llamado iglesia que se distinguieron por su inteligencia, apertura y bondad.

Querda de ustedes:

TORK. Bizcocho de Montecristo. Año 2007 E.C. - 8 E.E.

Tarde

Siempre llego tarde. Y no me refiero a cuestiones de puntualidad ─que eso da para su propia entrada─, sino a que siempre empiezo las cosas ...