sábado, 27 de junio de 2009

Aparte de ateo, drogo

Dentro de lo que cabe he tratado de que este blog se mantenga limpio al tenerlo lo más lejos posible de los temas políticos, pero a veces tiene uno que recular

¿Se acuerdan de Carlos Mota? Que se soltó contra la UNAM y la pagó con la blogósfera.

Pues ahora nuestro nanomichoacano presidente se lanza de hocico de forma similar.

Resulta que, a su muy particular entender, el no creer en (su) dios es motivo para que los jóvenes le metan a la droga.

Chequen el video. No se lo tienen que chingar todo, nomás oigan los últimos 2 minutos. Con eso tienen.

Puta madre.

Ahora resulta que los jóvenes le llegan a la verde, al perico, al porro o a la piedra porque resulta que "no creen en Dios porque no lo conocen". Putísima y reputísima madre.

Si este chaparro hijo de puta quiere creer que su amigo imaginario es el paradigma del amor (que además ni es cierto), es muy su pedo, pero una pendejada de ese tamaño no puede pasar inadvertida.

Los ateos, independientemente de nuestra procedencia, somos ateos por considerar la existencia de dioses, poderes superiores, amigos imaginarios, otras realidades o como quieran llamarle, incompatibles con la realidad que nos rodea.

Nuestra no-creencia no impide que, desde nuestras respectivas localidades y nuestras respectivas profesiones, nos rompamos la madre y contribuyamos con el mejoramiento de nuestra calidad de vida y, por muy misántropos que seamos, de nuestra interacción con nuestro entorno y nuestros seres queridos.

Antes de que venga alguien a joder: La adicción es algo lamentable para el ser humano. Y como dije, si el pinche chaparro tiene un amigo imaginario (que es culerísimo) es muy su pedo, pero en un estado laico, donde la propia Constitución garantiza la libertad de creencias y la libertad de no profesar ninguna creencia, una declaración de esa naturaleza es inadmisible.

Ese puto discursito es francamente discriminatorio hacia quienes no profesamos creencia religiosa alguna al implicar que la no-creencia en Dios (y precísamente en el dios en el que el puto ese cree) está directamente relacionada con el consumo de drogas. Muchos ateos, entre los que nos encontramos muchos blogueros y gente que escribe, somos hombres y mujeres de bien, gente que trabaja, estudia y colabora. Paralelamente una mirada somera a las estadísticas pertinentes comprobará que gran parte de los consumidores de alguna droga son personas que creen en algún poder superior, incluídos los que se creen en el mismo dios al que el Felipe alude. Si no me creen vayan al templo de San Hipólito en día 28, busquen un grupo de indigentes o súbanse a un camión y verán a un chingo de cabrones que son metodistas (se meten de todo), pero bien devotos (de la guadalupana, de San Cubas Tadeo o de otro).

Los ateos NO SOMOS DELINCUENTES, el no creer en un dios no es garantía ni prueba de que nuestros valores morales son antiéticos ni inferiores que los que la gente creyente profesa.

No soy tan pendejo como para creer que ese wey se retracte de su discurso, mucho menos espero una disculpa pública. Sino que ustedes como lectores y entes pensantes tomen conciencia de que nosotros como ateos no somos per se mejores ni peores personas y que, independientemente de si somos pocos o muchos, la ley nos garantiza la no-discriminación.

Ojalá más de ustedes corran la voz.

Queda de ustedes:

TORK. Bizcocho de Montecristo. Año 2009 E.C. - 10 E.E.

Actualización: Acabando de salir esta entrada del horno, Lonjho me pasa esta noticia que da el tiro de gracia a eso de que el drogo es drogo por ateo: Religión y crimen. Mezcla explosiva.

Muchas gracias

Actualización 2: Conforme vayan escribiendo entradas al respecto pondré los enlaces aquí.

Tarde

Siempre llego tarde. Y no me refiero a cuestiones de puntualidad ─que eso da para su propia entrada─, sino a que siempre empiezo las cosas ...